NOTA EDITORIAL

Edición N° 388

La Cátedra Vallenata y sus componentes


Crear una cátedra no es tarea fácil, si bien la corporación legislativa del Cesar hizo lo suyo, el trabajo más grande lo tiene el ejecutivo, quien ha delegado en un equipo interdisciplinario esa responsabilidad. Nos imaginamos que ese grupo de alto nivel está trabajando en silencio, y bien vale la pena llamar su atención sobre algunas elucubraciones, que de manera respetuosa le hacemos desde esta baranda cultural.

Qué bueno sería que al momento de trazar la estructura curricular, desde las fuentes sociológica, psicológica y pedagógica, se tuviera en cuenta componentes como: origen, historiografía vallenata con sus diferentes etapas y su contexto geográfico (la primigenia, la del burro, la del Willys, la clásica, la moderna y la contemporánea), el sincretismo cultural y el perfil de los formadores o catedráticos. Los cuatro ítems propuestos dan mucha tela que cortar, sin embargo solo tocaremos de manera superficial los dos últimos.

Las nuevas generaciones depositarias de esta cátedra, susceptibles de consumo, dejarán de ser incautas e ingenuas; no se dejarán obnubilar por el vallenato industrial contaminado por géneros como la balada, la ranchera, el pop, reggaetón; estarán en capacidad de rechazar el sincretismo deformador de la identidad cultural.

Un ejemplo claro de esa transculturación se viene dando en las canciones, -es posible que sea por ignorancia- desde allí se están deformando los cánones y son algunos compositores que en su afán facilista están aprovechando la magia de esta música vernácula para vender un vallenato superfluo.

Se evidencia cómo la calidad de canciones que hoy días algunos están produciendo, es el reflejo de la mediocridad de sus autores, quienes aprovechan el poder mediático y la influencia de los productores fonográficos para posicionarlas. Esas canciones son efímeras porque sus melodías son confusas y las letras son colchas de retazos literarios que con sus mensajes distorsivos han ido creando una falsa doctrina a una juventud inmediatista que vive “del corta y pegue”.

Por antonomasia cultural, los llamados a hacer parte también de esta legión de formadores en Cátedra Vallenata, deberían ser los periodistas culturales en ejercicio, quienes se han ganado el reconocimiento a través del tiempo por sus conocimientos en la materia. Periodistas culturales los hay empíricos, técnicos y profesionales, todos con cúmulos de conocimientos.

La mayoría de ellos se pasearon por el empirismo cultural, son como diamantes en bruto que solo hay que pulir, por eso hacemos el llamado al equipo estructurador de La Cátedra Vallenata y al Círculo de Periodistas de Valledupar, CPV, para que se articule con el SENA un convenio donde se certifique por competencia laboral a los periodistas culturales reconocidos, para que sean ellos, los que por justicia, hagan parte del grupo de profesores, educadores o instructores, que impartan esta cátedra, ya sea en educación básica primaria, educación básica secundaria ó educación media vocacional.

Se calcula que en el 2012 la gobernación del Cesar deberá incorporar entre 1.000 y 1.500 profesores para impartir esta cátedra especial de obligatorio cumplimiento en los colegios públicos y privados.

Es importante que antes de poner en vigor la Cátedra Vallenata, conozcamos ¿Qué es lo que se va a enseñar? ¿Cuándo enseñar? ¿Cómo enseñar? ¿Qué, cómo y cuándo evaluar?